Sin
duda alguna todos tenemos una historia muy interesante de cómo llegamos a ser
maestros y la mía no es la excepción. Nací en la colonial ciudad de San
Cristóbal de las Casas, Chiapas donde estudié hasta la preparatoria, posteriormente
me fui a vivir a la capital del estado donde actualmente radico e ingresé al
Instituto Tecnológico de Tuxtla Gutiérrez a estudiar la carrera de Ingeniería en
Sistemas Computacionales, durante este tiempo tuve dos experiencias como
estudiante que marcaron mi vida profesional, la primera fue en 3er semestre
cuando en una clase el maestro no pudo resolver un ejercicio pero que yo sí, él
humildemente me pidió que lo explicara, era larguísimo y mientras que lo iba
resolviendo mis compañeros iban sacando las dudas que habían guardado durante todo
el semestre y que no habían sido resueltas por la poca disposición del maestro
para escuchar al grupo, al final mis compañeros me aplaudieron y prácticamente
le había salvado el semestre al maestro quien desde entonces me demostró su
aprecio y respeto, pero de quien aprendimos mis compañeros y yo la humildad
para dejar que alguien nos enseñe sin sentirnos exhibidos o avergonzados, creo
que esta fue la primer clase que di. La otra experiencia fue en 8º semestre, el
maestro ya había dado las copias, las
habíamos releído y él nos las explicó pero prácticamente repitió textualmente
lo que estaba en las copias lo que no nos ayudó mucho, la estrategia que al
maestro se le ocurrió fue pedirle a dos compañeros que pasaran y explicaran lo
que habían entendido pero ellos o no entendieron nada o no quisieron ayudar al
maestro con su estrategia de prueba y error, así que le dijeron que no, pero
algo dentro de mí me hiso levantar la mano y pasar, retomar el tema y entre lo
que entendí y lo que mis compañeros fueron aportando con gran disposición,
terminamos con éxito la clase, sin
imaginar que había dado mi “clase
muestra” para quien se convertiría en mi jefe durante 8 años.
Les
compartí lo anterior porque hasta ese momento yo no había pensado en ser
maestra, al terminar la carrera le pedí trabajo a mi maestro de 8º quien era el
director de una Universidad, presente una clase muestra y al poco tiempo recibí
una llamada de la Universidad para decirme que pasara a recoger mi horario
porque ya estaba contemplada con 40 horas, así a los 21 años egresada en julio comencé
a dar clases en agosto a alumnos de Ingeniería en sistemas computacionales y
licenciados en informática administrativa de 1º hasta 8º semestre, no puedo
olvidar la cara de asombro de mis alumnos de 8º al verme entrar al salón, prácticamente
todos eran mayores que yo, obvio que sufrí todo el estrés del mundo pero
gracias a Dios todo salió bien. Poco a poco me fui especializando en el área de
ingeniería de software y posteriormente cursé una maestría en Sistemas de
Información con especialidad en Bases de Datos que era la capacitación exacta a
nivel de contenidos para mis alumnos de ese entonces.
Cómo
llegué a la EM, después de que nace mi primer hijo dejé la universidad por las
mañanas y sólo iba por las tardes, la
verdad era feliz con mis alumnos de la universidad con quien era fácil hablar
de contenidos y no hacer circo maroma y teatro para que pusieran atención o
guardaran silencio, creó que por la experiencia había llegado a tener una
identidad profesional un tanto clara pero surgió la posibilidad de 2 horas a la
semana de una materia llamada Capacitación para el trabajo en Informática a
nivel preparatoria, la verdad lo pensé, eran adolescentes, la escuela tenía muchos
conflictos sindicales y administrativos, en fin me decidí a meter mi solicitud y comencé con
dos horas a la semana con un grupo de 6to semestre, bastante responsable y
trabajador.
De
esta manera empecé mi trabajo en EM, ahora los alumnos eran mucho más jóvenes
que yo y eso implicaba otro tipo de adaptación, mis contenidos a nivel
doctorado ya no iban a funcionar y no por ser ahora básicos iban a estar más
fáciles de dar, en fin después de 4 años dejé por completo la universidad y
para ese entonces ya tenía medio tiempo en la prepa y este año llegué a tiempo
completo impartiendo las materias de capacitación para el trabajo I,II,III,IV e
Inglés I y II. Actualmente me siento satisfecha de estar trabajando con jóvenes
y poder aportar algo en su formación como lo aborda la RIEMS cuando se nos pide
formar mejores ciudadanos para este México que tanto lo requiere.
Llevo 12 años en la docencia, 8 en la EM, todos ellos
llenos de vida al compartir con mis alumnos además de un espacio, sentimientos,
conocimientos, tiempo, afectos, proyectos, esperanzas, preocupaciones y logros,
como cuando pasan su examen a una escuela superior o han conseguido un empleo. Académicamente
he tenido la oportunidad de trabajar en la construcción de los nuevos programas
bajo el enfoque de competencias, fui parte del equipo que coordinó la elaboración del proyecto de mejora
continua de la institución y actualmente estar concluyendo esta especialidad
han sido experiencias que me han mantenido involucrada y como decía Esteve en
“La Aventura de ser maestro” la renovación pedagógica me ha dado la forma de
sentirme viva.
Cómo he enfrentado las dificultades: participando de
manera activa y propositiva en cursos de capacitación, tratando de ir rompiendo
mis propios paradigmas para poder aceptar nuevas formas de trabajar, como ahora
nos lo propone la RIEMS, aceptando que no trabajo con personas adultas sino con jóvenes que requieren apoyo para conocerse,
aceptarse y crear un proyecto de vida por lo que necesito informarme acerca de
las cosas que están llamando su atención y/o interés. El trabajo colaborativo
también ha sido esencial, los trabajos individuales dan poco fruto pero en
colegiado las cosas funcionan mejor, también he tenido que aceptar que la capacitación
es responsabilidad mía y de nadie más como bien lo marcan las competencias docentes
definidas en la RIEMS.
El ser parte de la especialidad en competencias docentes me
ha llevado a analizar cómo estoy desarrollado mis actividades diarias,
definitivamente nuestra profesión nos ha dado algunos recursos para desenvolvernos
frente a los alumnos; pero la especialidad me ha abierto los ojos a un universo
de recursos y estrategias que nunca hubiera imaginado; las características psicológicas
de los adolescentes, las corrientes pedagógicas y filosóficas que dan sustento
a nuestro actuar, los elementos del currículum, la elaboración de la estrategia
didáctica, el propósito de una evaluación autentica, todo este proceso ha
venido a darme elementos para reinventar mi práctica docente.
Motivos
de insatisfacción como tal creo que no tengo, solamente que si reconozco que sé
que hay elementos de pedagogía que no sé y/o que no domino, por lo que a veces me
complico la vida o se la complico a mis alumnos, además tengo que ser más organizada
y paciente, comprendo que el esfuerzo que le dedique a mi preparación será en
beneficio de mis alumnos pero principalmente para mí.
Después
de haber concluido prácticamente la especialidad durante la cual crecí como persona
y profesional a través de compartir experiencias con mis compañeros, quienes me
ayudaron a navegar con rumbo fijo en este trabajo, creo que he logrado
reflexionar en que mi identidad profesional se ha ido y seguirá fortaleciéndose
en el grado en que mi actitud sea
congruente con el momento que
vivimos.